Imágen: Miguel Avataneo
Debo ser vampiro, porque me miro y no veo.
Duendes juegan conmigo, porque me saben tierna.
Trato de pescarlos in fraganti y les dirijo inesperadas miradas oblicuas.
No hay caso.
Tanteo el marco del espejo,
puede que se hayan ocultado en el encolado.
Eran tan divertidos, bromeaban, hacían ruido y cosquilleaban.
No están allí.
En el fondo de plata hay una sombra haciéndome burla.
Le saco la lengua, la rutina habrá puesto a dormir a mis deseos,
pero conmigo no podrá la muy siniestra.
Debo ser vampiro, porque me miro y no veo.
Duendes juegan conmigo, porque me saben tierna.
Trato de pescarlos in fraganti y les dirijo inesperadas miradas oblicuas.
No hay caso.
Tanteo el marco del espejo,
puede que se hayan ocultado en el encolado.
Eran tan divertidos, bromeaban, hacían ruido y cosquilleaban.
No están allí.
En el fondo de plata hay una sombra haciéndome burla.
Le saco la lengua, la rutina habrá puesto a dormir a mis deseos,
pero conmigo no podrá la muy siniestra.
© Ana di Cesare
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