16 septiembre 2012

Cómplices


El le dijo que su vida sexual estaba inmovil.
"Algunas veces me imagino despertando entre esas piernas largas..."
No quedaba espacio para la imaginación, lo decía con todas las letras, extrañaba más que sexo, ternura. Una mano distraída acariciando, una respiración muy muy cercana. Un amanecer verdaderamente juntos sin apuros, ni culpas, con alegría. Un beso en los labios.
Ella respondió:
"Ay no sabés cuanto me gustaria volver a tener un orgasmo con llanto de ternura, lo que daría por un beso de amor".
Y se quedaron tan tranquilos. Habían llegado al punto de poder decirse todo sin comprometerse.

© Ana di Cesare

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