Patio trasero del museo.
Habían limpiado de trastos la escuela superior de arte.
A ella la abandonaron en el jardín, junto a carretillas y palas.
Sospecho que su exilio se debió a no ser suficientemente hermosa.
En ese rincón que nadie visitaba, fue, junto al árbol compañero, que descubrió su destino de druidesa.
© Ana di Cesare
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