17 marzo 2021

Te lloré hasta que se borraron las estrellas

en esta extrañeza de no hallarte

estirando mi mano.

Esa mano extraviada de anticipaciones,

la del pecado y la vendimia.

La mano de mujer que te tendí

y no veías.

                                   La mano con que me asiste y no sentía.

Fue un dulce llorar

y abandonar los gemidos que no

te ofreciera.

Como si el cántaro se hubiese derramado

en el más abrupto camino

y salpicandote de viejos sentires

te volviese la mirada

a la tierra ignorada.

 

Cántaro de cristal

que me ha herido

deja brotar ahora con sangre,

Los placeres no admitidos.