Querria echar
fuera
Este manto de madreperla
que priva de esperanza
mis miradas.
Encaje que ciñe, meléfico, mis
pechos.
Estos que de leche que no fueron,
Sí de insolentes amores
y aburrimientos
encadenados.
¡Ay del aire
diáfano!
¡Ay los bendecidos de pulmones
anchos!
¡Ay el mar,
querido mío,
confidente constante,
cuanto te
extraño!.