Foto: Sofía Serra Giráldez
¿Qué culpa tengo?
Me acosté en cruz sobre las losas calientes del patio,
entre los jazmines y el limonero.
Me acosté en cruz para concentrarme en el uno,
e ir hacia las regiones profundas
donde ya no se piensa ni se siente.
Y, de pronto, por capricho de la primavera,
comenzó a caer sobre mi cuerpo
sobre mis palmas abiertas al cielo,
en mi boca entreabierta,
la menuda caricia de una lluvia tibia.
La dejé mojarme con conciencia
de como iba empapándome en deseos.
¿Qué culpa tengo?
Mis hechizos no comprometen a las nubes.
Me acosté en cruz sobre las losas calientes del patio,
entre los jazmines y el limonero.
Me acosté en cruz para concentrarme en el uno,
e ir hacia las regiones profundas
donde ya no se piensa ni se siente.
Y, de pronto, por capricho de la primavera,
comenzó a caer sobre mi cuerpo
sobre mis palmas abiertas al cielo,
en mi boca entreabierta,
la menuda caricia de una lluvia tibia.
La dejé mojarme con conciencia
de como iba empapándome en deseos.
¿Qué culpa tengo?
Mis hechizos no comprometen a las nubes.
© Ana di Cesare
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