17 marzo 2021

Te lloré hasta que se borraron las estrellas

en esta extrañeza de no hallarte

estirando mi mano.

Esa mano extraviada de anticipaciones,

la del pecado y la vendimia.

La mano de mujer que te tendí

y no veías.

                                   La mano con que me asiste y no sentía.

Fue un dulce llorar

y abandonar los gemidos que no

te ofreciera.

Como si el cántaro se hubiese derramado

en el más abrupto camino

y salpicandote de viejos sentires

te volviese la mirada

a la tierra ignorada.

 

Cántaro de cristal

que me ha herido

deja brotar ahora con sangre,

Los placeres no admitidos.



 

Un amor sin una pluma

una pluma de quetzal

como avecilla absurda

que ya no quiere trinar.

 

Un amor que fue una siembra

gran cosecha de nopal

se nos ha vuelto un desierto

como arenas del jordán

 

Un amor que era un agüita

del más fresco manantial

ya no calma los ardores

no hay ardor, sino penar

 

Pajarillo siembra y agua

que abrevaba nuestro edén

se perdió en la mañanita

se extravió el amor también

 

Perdió el ave su consuelo

la siembra su manantial

nuestro amor no fue de acero

ni una pluma de quetzal.

 

Yo no quiero adaptar

A una métrica mis versos.

Me rebelo al ajuste

De las sílabas

Y a la cárcel del acento.

 

Libertaria me enarbolo

Sintiendo la palabra

Paloma que se escapa

De las oscuras torres

Del timbre y de los tonos.

 

Afiebrada, quieta a veces,

Fría, gimiente, adormecida,

Me gana por sí misma

sílaba por sílaba

Y me libera de toda tiranía.

 

Quiero decir lo que es preciso

Con la música interna

de mi verbo, con las alas

abiertas y al infierno

la sintaxis y la rima.

 

Quiero escribir en el desorden

De la pasión y de la vida

Que alitera las vocales

Y conjuga al discurso

Por fuera de toda geometría.

 

Noche

Noche, se te cayó la luna

Aguas adentro

Y el borde de su cántaro

Me rozó

Con augurios de hielo.

 

Pero como yo la esperaba,

La venía esperando

Me enamoró antes de quebrarse.

Mis lágrimas de acibar

Abrieron ojos en los mares

Mientras ella me tentaba

Con mil serpientes de plata.

 

Seguí un hilo de luz…

Ondulé por las corrientes

Resistiendo el encanto

De las sugestivas algas.

Desoí al cardúmen,

Traspasé las vedas

No es destino de pez

Maridarse con la luna,

 

Ay… yo quería alcanzarla

Le dispuse mis espejos

Para que gozara su belleza

Sobre mi cuerpo inquieto.

 

Nada bastó.

La hebra naufragada

No quería mi amor

Aunque yo la esperaba…

La venía esperando

En mi mar de semejanzas.

 

Que importa ahora

Noche

Que hagas llover estrellas

Aguas adentro,

Si mis ojos,

Mis velados ojos

Por un rayo de luna

Se han quedado quietos.

 

No sabré jamás

No sabré jamás

Que sentiste al voltear

La última hoja

Sabiendo que ya no

Compartiríamos la crítica.

Que nunca se aclararía ya

El porqué de mi insistencia.

Fue la última aventura

Navegando narrativa.

Fue la última aventura

Para tu vida

Y

Para la mía.