16 septiembre 2012

No es destino de pez



Noche, se te cayó la luna
aguas adentro
y el borde de su cántaro
me rozó
con augurios de hielo.

Pero como yo la esperaba,
la venía esperando,
me enamoró artera
antes de quebrarse.

Mis lágrimas de acibar
abrieron ojos en los mares
mientras ella me tentaba
con serpientes de diamante.

Seguí un hilo de luz…
ondulé por las corrientes
resistiendo el encanto
de las sugestivas algas.
Desoí al cardumen,
traspasé las vedas,
no es destino de pez
maridarse con la luna.
¡Ay!… yo quería alcanzarla
le dispuse mis espejos
para que gozara su belleza
sobre mi cuerpo inquieto.

Nada bastó.
La hebra naufragada
no quería mi amor
aunque yo la esperaba,
la venía esperando
en mi mar de semejanzas.

Que importa ahora
Noche
que hagas llover estrellas
aguas adentro,
si mis ojos,
mis velados ojos
por un rayo de luna
se han quedado quietos.


© Ana di Cesare

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